Aprendemos a relativizar aquello a lo que antes dábamos tanta importancia. Ya nada es igual, pasan lo años, nos va faltando gente y empezamos a aprender de la forma más dolorosa lo que significa ‘echar de menos’.
Aunque afortunadamente el sol siempre viene recordarnos que ahora somos más maduros, más humanos y que siempre hay esperanza.