Pequeñas cosas que olvidamos y que hacen nuestra vida importante.
Ese buenos días con sonrisa. Ese ‘Te quiero mamá’ .
Los abrazos, los besos, sabernos importantes para alguien.
Desayunar con churros. Oír música, bailar. Cocinar algo rico para alguien a quién quieres.
Compartir palomitas en una peli de risas.
Pero de repente un día nos levantamos y miramos atrás y pensamos que (a lo mejor) no hicimos todo lo que quisimos haber hecho en nuestra vida. Es más, incluso (puede) que lo que hicimos no lo hiciéramos demasiado bien.
Y es entonces cuando olvidamos los detalles.
Ese, justo ese, es el momento de respirar hondo. Ese es el momento de no dejarnos llevar por la marea de sentimientos dolorosos.
Es justo ese el momento para cerrar los ojos y obligarnos a perdonarnos.
Y recordar que los detalles son todo eso bueno que vamos construyendo sin darnos cuenta y que a veces olvidamos porque dejamos de querernos (un poquito).