En los besos y caricias.
En la respiración acompasada de mis hijos cuando se apoyan en mi pecho.
En el pan calentito recién traído solo para mí.
En las palabras ‘te quiero’ dichas casi en silencio o gritando.
En la lágrima que se escapa ante un adiós.
En tu mano sosteniendo la mía.
Creo en la ternura.
Sí, en realidad es en lo único en lo que creo.